Desde que soy mamá el tiempo se me escapa de las manos... no lo veo como algo negativo, es más bien una ligera sensación de impotencia al repasar las cosas que quiero hacer y las que llego realmente a hacer, y ya no sólo es el dejar pendientes algunas tareas sino más bien no poder hacer lo bien que quisiera las que hago.
Este fin de semana pasado hemos cambiado una hora el reloj en España y si antes los días me parecían cortos ahora son efímeros.
La campaña de navidad está detrás de la esquina, los centros comerciales y establecimientos están esperando a que pase la fiesta (importada) de Halloween para dar el pistoletazo de salida a los adornos navideños y anuncios de regalos (¡¡por Dios cómo puede haber tantos juguetes y perfumes!!)
El otro día bromeaba con una amiga que si éramos o no las mejores Mamis del Mundo Mundial, y yo la decía que si, desde el mismo momento en que pienso la cantidad de cosas que hacemos las mujeres del siglo XXI (trabajar, atender la casa, salir con los amigos, estar divinas de la muerte...) pero en momentos bajos me planteo ¿es mejor la cantidad o la calidad? porque es posible que nos estemos equivocando y las mejores Mamis del Mundo Mundial fuesen nuestras abuelas y bisabuelas que dejaban absolutamente todo de lado para atender a sus hijos ¿por qué ellas podían atender a familias numerosas (no sólo de 3 hijos cómo ahora nos venden) y ahora con sólo un hijo andamos de cabeza?
De ser así todas las reivindicaciones feministas han sido un fiasco.
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